La imagen marca tendencias. Determina una forma de ver la vida. Y su reflejo en los medios de comunicación inicia un camino sin retorno que antes tiene que pasar por demasiados vericuetos. La naturalidad de la diferencia es la mejor expresión de una sociedad integradora con la diversidad.  

 

Uno de los mayores espectáculos televisivos es el Festival de Eurovisión, que se ha reinventado varias veces para no desaparecer. Al margen de los gustos de cada uno, hoy es el acontecimiento no deportivo más importante y con más seguidores en el mundo. Sus números son de vértigo. En el último eurofestival celebrado en Viena, había más de 1.700 periodistas de todo el mundo acreditados, con más de 200 millones de telespectadores que los siguieron en algún momento y miles de personas lo vivieron en directo.

 

Eurovisión volvió a ser un ejemplo de tolerancia. Por encima de los resultados, llamó la atención la banda de punk que representaba a Finlandia: Pertti Kurikan Nimipäivät (PKN), formada por personas con síndrome de Down y autismo que trabajan juntas en un taller de música. El título de su canción (“Siempre tengo que”) habla de sus rutinas diarias. Y en este mismo festival la representante de Polonia, Monika Kuszynska, subió al escenario en su silla de ruedas y defendió con ahínco su papel en la final.

 

Estos ejemplos ponen de manifiesto la normalidad de la discapacidad. En estos casos lo que hay que valorar es la calidad de los cantantes y los músicos, debe primar el valor del trabajo del grupo artístico, su interpretación no su discapacidad.

 

Su repercusión fomenta la diversidad. Una integración que ha dado sus pasos en otros campos tan mediáticos como la moda. Este año, las pasarelas de lugares tan destacados como Milán, Tokio o Nueva York, han contado con la participación de modelos que iban en silla de ruedas o con prótesis. También desfilaron personas con discapacidad intelectual.

 

Este es un mercado desconocido para las grandes marcas pero con mucho interés comercial puesto que no hay ropa adaptada a las necesidades de cada persona en los establecimientos tradicionales. La ropa debería ser accesible para todos, funcional y mantener las tendencias. Un mercado por descubrir que implica a millones de personas. En algunos anuncios de moda ya se incluyen a personas con discapacidad. Es un paso.

 

También las series de televisión incluyen como protagonistas a personas con discapacidad. Es un mensaje positivo puesto que en la escena se refleja la diversidad, favorece la toma de conciencia. Hay que cambiar los estereotipos. Entre todos debemos fomentar una nueva mentalidad. La verdadera belleza de las cosas reside en la diferencia. Ya va siendo hora de que tenga su reflejo en la música, la moda o la televisión. Tal y como es la vida.